Esta es la imbatible oración de la corona de espinas que te ayudara a obtener la victoria y protección frente a tus enemigos. Esta oración esta cargada de mucho poder y sus palabras te ayudaran a vencer a tus enemigo mas fuerte con la ayuda de Cristo, con ella reventaras cualquier hechizo y lo cortaras de raiz. Para lograr esto deberás hacer esta oración completa como esta aquí y repetirla asi un total de cinco días seguidos. Hazlo asi con fe y consigue esa victoria sobre todos esos malvados. comencemos
Antigua Oración de la Santa corona de Espinas Vence enemigos y brujerias
¡Oh, sagrada y dolorosa
Corona de Espinas que
ceñiste la frente de Nuestro
Señor Jesucristo en su
Pasión redentora! Hoy, con el
alma quebrantada y el
corazón lleno de angustia,
me postro ante ti, clamando
justicia y protección contra
los enemigos que buscan
mi ruina. Tú, que fuiste
instrumento de humillación
para el Rey de Reyes, pero
también símbolo de su
victoria sobre el mal,
escucha mi súplica
desesperada. No permitas
que los traidores, los
envidiosos y los
malintencionados triunfen
sobre mí. ¡Por las llagas de
Cristo, por su sangre
derramada, defiéndeme
con tu poder sagrado!
¡Sagrada Corona de Espinas
cubierta con la sangre divina
de nuestro Salvador! Tú
que conociste el dolor más
profundo, el desprecio
de los hombres y la
crueldad de los pecadores,
no me abandones en esta
hora de tribulación.
Mis enemigos se levantan
contra mí como lobos
hambrientos, tejen
mentiras a mis espaldas,
conspiran en las sombras
para verme caer.
Pero yo, con fe
inquebrantable, clamo
a ti, ¡oh Corona bendita!,
para que sus maldades se
vuelvan contra ellos, para
que sus tramas se deshagan
como polvo al viento y
para que la justicia divina
caiga sobre quienes
buscan mi perdición.
¡Por las espinas que
traspasaron la santa frente
de Cristo, átalos,
confúndelos, humíllalos!
Que sus lenguas
mentirosas enmudezcan,
que sus planes ocultos sean
revelados, que sus pies
resbalen en el fango de su
propia maldad. No pido
venganza, ¡oh no!, sino
justicia, la misma justicia
que el Padre Celestial
derramó sobre los fariseos
hipócritas y los traidores
que vendieron a su Maestro.
Que quienes me han
calumniado, difamado y
traicionado sientan el peso
de su propia iniquidad, que
sus corazones se llenen de
remordimiento y que, si
no se arrepienten, sean
apartados de mi camino
como la paja que arde
en el fuego.
¡Oh, Corona de Espinas,
emblema de sufrimiento
pero también de triunfo!
Así como Cristo, después
de la humillación,
resucitó glorioso,
haz que yo, tras esta prueba,
salga victorioso. Que cada
espina que penetró su carne
sagrada sea ahora una lanza
que atraviese los planes de
mis adversarios. Que su
maldad se estrelle contra el
muro de tu protección, que sus
palabras venenosas se
ahoguen en su propia boca,
que sus miradas de odio se
vuelvan contra ellos.
¡No permitas, Señor, que el
mal prevalezca! Que tu
justicia, como relámpago en
la tormenta, ilumine las
tinieblas que me rodean y
disperse a mis enemigos.
¡Sagrada Corona de Espinas,
te suplico con lágrimas de
desesperación! No soy digno,
lo sé, pero el mismo Cristo,
en su misericordia infinita,
escuchó al ladrón arrepentido
Por eso, con humildad pero
con urgencia, te pido:
protégeme de las traiciones
ocultas, de las puñaladas
por la espalda, de las falsas
sonrisas que esconden
veneno. Que cada espina de
tu corona sea un escudo
que me cubra, una espada
que me defienda, un rayo
que fulmine a los malvados.
Que quienes desean mi
fracaso caigan en su propia
red, que quienes murmuran
contra mí sean silenciados,
que quienes conspiran en las
sombras sean expuestos
a la luz de la verdad.
¡Por el poder de la Santa
Cruz y por el dolor de tu
Corona, oh Cristo mío, no me
desampares! Que los
enemigos huyan despavoridos
al sentir tu presencia, que
sus malas intenciones se
disipen como humo, que sus
corazones se llenen de terror
al ver que el Dios de la
Justicia pelea por mí.
No permitas que su maldad
me toque, que sus palabras
me hieran, que sus acciones
me dañen. ¡Cúbreme con tu
sangre preciosa, envuélveme
en tu manto sagrado y haz
que, al final, yo sea quien
levante la cabeza en victoria
mientras ellos muerden
el polvo de la derrota!
¡Amén, amén, amén!
Que así sea, por los siglos
de los siglos. ¡Gloria a Cristo
Rey, que con su Corona de
Espinas aplastó el poder del
infierno y nos dio la victoria
sobre todos nuestros
enemigos!
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