Buenos días a todos¡ esta es una antigua y poderosa oración para protegerte y vencer a tus enemigos por mas fuertes que parezcan. Esta oración se la conoce como la antigua oración de la victoria de Jerico y con ella podrás invocar al Señor de los ejércitos para que te de la victoria sobre todos esos malvados.
Si este es tu deseo haz esta oración completa como esta aquí y repitela asi un total de siete días. Hazlo asi y vence a tus enemigos en este compartimentemos.
Oracion de JEricho para Vencer a Tus Enemigos de una veZ
¡Señor de los Ejércitos, Dios
Todopoderoso que guiaste a
tu pueblo Israel con mano
poderosa y derribaste los
muros de Jericó ante el
clamor de tus fieles!
Hoy me postro ante Ti,
reconociendo tu soberanía
y tu fuerza invencible,
suplicando que extiendas
sobre mí tu escudo protector
y me concedas la victoria
sobre mis enemigos, como un
día la concediste a Josué y
a tu pueblo elegido.
Tú, que ordenaste a los
israelitas marchar con fe
alrededor de Jericó,
confiando en que a tu tiempo
los muros caerían, te ruego
que fortalezcas mi espíritu
para que, al igual que ellos,
yo avance con certeza,
sabiendo que ninguna
fortaleza se sostiene ante
tu poder.
Derriba, Señor, las murallas
que mis adversarios han
levantado contra mí; haz
pedazos sus estrategias,
como hiciste caer las
imponentes paredes de
aquella ciudad, no por
espada ni por fuerza humana
sino por tu divina
intervención. Dios de batallas
Tú que peleas por los que
confían en Ti, escucha mi
clamor en este momento de
lucha. Así como los israelitas
obedecieron tu voz y al
séptimo día, al sonar las
trompetas, la victoria fue tuya
yo me entrego a tu voluntad,
seguro(a) de que tú librarás
mis batallas. No permitas
que el miedo me paralice, ni
que la duda nuble mi fe.
Dame el valor de Josué, la
obediencia del pueblo y la
certeza de que, cuando Tú
vas delante, ningún enemigo
prevalecerá.
Señor, Tú conoces los
rostros de quienes se oponen
a mí, las trampas que han
tendido y las palabras que
han sembrado para mi
fracaso. Pero así como Jericó
que parecía inexpugnable,
cayó en un instante ante tu
mandato, declaro que toda
conspiración en mi contra
se desvanecerá.
Que los que me rodean con
intención de hacerme daño
retrocedan atemorizados,
como los reyes de Canaán
al escuchar de tu poder.
Que sus armas se vuelvan
inútiles y sus planes se
frustren, porque Tú, Señor
de los Ejércitos, eres mi
refugio y mi victoria.
Te pido, Padre misericordioso
que así como los israelitas
no alzaron su espada sino
que confiaron en Ti, yo
también deposite toda mi
lucha en tus manos. No es
por mi fuerza ni por mi
inteligencia, sino por tu
Espíritu que vendrá el triunfo.
Cubre mi vida con tu sombra,
como protegiste a Rahab
por su fe, y haz que, al final
de esta prueba, mi testimonio
glorifique tu nombre,
mostrando que solo Tú
das la victoria.
Por el poder con el que
quebrantaste ejércitos y
abriste mares, te ruego que
actúes en mi favor.
Que cada paso que dé en
obediencia sea como el
sonido de las trompetas
que anunciaron la caída de
Jericó: una señal de que el
triunfo está cerca.
Y cuando llegue el momento
¡Oh Señor de los Ejércitos,
Dios Todopoderoso que
guiaste a tu pueblo Israel con
mano poderosa y derribaste
los muros de Jericó ante el
clamor de tus fieles!
Hoy me postro ante Ti,
reconociendo tu soberanía
y tu fuerza invencible,
suplicando que extiendas
sobre mí tu escudo
protector y me concedas la
victoria sobre mis enemigos
como un día la concediste a
Josué y a tu pueblo elegido.
Tú, que ordenaste a los
israelitas marchar con fe
alrededor de Jericó,
confiando en que a tu tiempo
los muros caerían, te ruego
que fortalezcas mi espíritu
para que, al igual que ellos,
yo avance con certeza,
sabiendo que ninguna
fortaleza se sostiene ante
tu poder. Derriba, Señor,
las murallas que mis
adversarios han lanzado
contra mí; haz pedazos sus
estrategias, como hiciste
caer las imponentes paredes
de aquella ciudad, no por
espada ni por fuerza
humana, sino por tu divina
intervención. Dios de batallas
Tú que peleas por los que
confían en Ti, escucha mi
clamor en este momento de
lucha.
Así como los israelitas
obedecieron tu voz y al
séptimo día, al sonar las
trompetas, la victoria fue
tuya, yo me entrego a tu
voluntad, seguro(a) de que tú
librarás mis batallas.
No permitas que el miedo
me paralice, ni que la duda
nuble mi fe.
Señor, Tú conoces los rostros
de quienes se oponen a mí,
las trampas que han tendido y
las palabras que han
sembrado para mi fracaso.
Pero así como Jericó, que
parecía inexpugnable, cayó en
un instante ante tu mandato,
declaro que toda conspiración
en mi contra se desvanecerá.
Que los que me rodean con
intención de hacerme daño
retrocedan atemorizados,
como los reyes de Canaán
al escuchar de tu poder.
Que sus armas se vuelvan
inútiles y sus planes se
frustren, porque Tú, Señor
de los Ejércitos, eres mi
refugio y mi victoria.
Te pido Padre misericordioso
que así como los israelitas
no alzaron su espada sino
que confiaron en Ti, yo
también deposite toda mi
lucha en tus manos.
No es por mi fuerza ni por
mi inteligencia, sino por tu
Espíritu que vendrá el triunfo
Cubre mi vida con tu
sombra, como protegiste a
Rahab por su fe, y haz que,
al final de esta prueba,
mi testimonio glorifique tu
nombre, mostrando que
solo Tú das la victoria.
Por el poder con el que
quebrantaste ejércitos y
abriste mares, te ruego que
actúes en mi favor.
Que cada paso que dé en
obediencia sea como el
sonido de las trompetas que
anunciaron la caída de Jericó
una señal de que el triunfo
está cerca. Y cuando llegue
el momento de mi
liberación, no será mi mano,
sino la tuya, la que haya
obrado, para que todos
sepan que no hay Dios
como Tú. En el nombre de
Aquel que venció la muerte,
Jesucristo, mi Salvador,
sea el que traiga mi
liberación, no será mi mano,
sino la tuya, la que haya
obrado, para que todos
sepan que no hay Dios
como Tú.
Amén.
Dejar una contestacion